¿Cómo afrontar el tratamiento del dolor músculo-esquelético?

“Los planes son solamente buenas intenciones a menos que degeneren inmediatamente en trabajo duro.” Peter Ferdinand Drucker. Como de todos es sabido, tener un plan de actuación facilita mucho la tarea. Seguir un protocolo de actuación nos hace ser más efectivos y eficientes. No quiere decir que nos tengamos que convertir en máquinas perfectas y realizar siempre todo como si estuviéramos programados de ante mano, pero a la hora de afrontar una primera consulta en el tratamiento del dolor músculo-esquelético, seguir un guion estandarizado, nos va a ayudar a no fracasar en la intervención. 

Todo tratamiento sigue unos determinados pasos que nos ayudarán a realizar un correcto diagnóstico, exploración y tratamiento. 

Cada vez que llega alguien a la primera consulta, en Fisiolive me gusta seguir un mismo protocolo para no dejarme nada por el camino. Seguimos unos pasos estandarizados por la comunidad científica que nos ayudan a que el tratamiento del dolor músculo-esquelético sea lo más reglado, estandarizado y que nos hará obtener los mejores resultados en la intervención que planteemos con la persona. 

Este protocolo de intervención lo vamos a estructurar en once pasos que vamos a detallar a continuación:

1.- Individualizar en cada paciente. Como ya hemos comentado en alguna ocasión en el blog, cada persona que viene a consulta es única. No existen dos patologías iguales, aunque sean en la misma articulación, en el mismo músculo y con los mismos signos y síntomas. Cada persona es un ser diferente, con unos rasgos diferentes, unas cualidades diferentes y un contexto específico de cada individuo. Por ello, nuestro abordaje debe ser individual y adaptado a las condiciones y necesidades de cada persona. Por ello vamos a hacer un especial hincapié en conocer a la persona y no solo a la enfermedad.

2.- Identificar banderas rojas. Este puede ser uno de los puntos más controvertidos a la hora de realizar la historia clínica; puesto que debemos preguntarle a la persona por unas cuestiones especialmente sensibles, que nos van a decir si esa persona está en el momento adecuado de ser diagnosticada y tratada por un fisioterapeuta o por el contrario, si debe acudir antes a otro especialista de las ciencias de la salud, para abordar antes cualquier problema más prioritario. 

En ocasiones, lo que puede parecer dolor músculo-esquelético, enmascara daño de otro tipo, que tienen una prioridad médica mayor. 

3.- Evaluar factores psico-sociales. Ya hemos comentado en anteriores publicaciones la importancia de un abordaje psicosocial de la persona. Es de vital importancia, pues muchas veces, el dolor que estamos experimentando se ve influenciado o agravado por una serie de factores que van más allá del daño tisular. Las situaciones familiares o laborales, la pérdida de vida social por culpa del dolor, el miedo al movimiento o la mentalidad catastrofista respecto a la dolencia puede hacer que sea más importante enfocar el tratamiento por un manejo de estos síntomas que por un abordaje más biológico. 

4.- No priorizar pruebas radiológicas. En muchas ocasiones las personas están muy pendientes de lo que salga en una determinada prueba de imagen. Y como se ha evidenciado, el dolor es un síntoma que no puede fotografiarse, ni radiarse, ni biopsiarse. Echar la culpa a lo que salga en una prueba de imagen es como si echásemos la culpa al primero que aparece en la fotografía de un crimen. Enlazando con el anterior punto, la persona que sufre dolor, más que un conjunto de signos y síntomas clínicos y está influenciada por unas creencias, una historia vital, un contexto muy específico. 

5.- Examen físico. A la hora de realizar la evaluación física vamos a priorizar los siguientes aspectos: movilidad, fuerza muscular y evaluación neurológica. Somos personas en movimiento o que deberíamos movernos. Nuestra prioridad vital va a ser analizar el movimiento y la fuerza que nos genera ese movimiento. Por eso es muy importante antes de tratar a una persona  saber cómo están y cómo se mueven sus estructuras corporales.

6.- Evaluar la progresión del paciente. Tanto en la primera consulta como en los días o semanas siguientes. Vamos a tener que ir revaluando nuestro tratamiento. Para ello debemos tener claro de qué punto partimos y los progresos que vamos consiguiendo par demostrar que nuestra hipótesis de patología inicial es correcta y además demostrar que nuestro plan de tratamiento está siendo el adecuado.

7.- Educación/información a la persona. Una persona que conoce lo que le pasa y se le dan unas nociones básicas de qué es lo que está causando su problema, es una persona con una capacidad más para poder afrontar su patología. Sabe qué es lo que puede hacer para solucionarlo, y además va a saber qué es a lo que no debe temer. 

8.- Programa de Ejercicio Terapéutico. En la actualidad cuando salimos del médico, salimos con una lista de fármacos para tomar en los días posteriores a su consulta. En fisioterapia no tenemos fármacos, pero tenemos un remedio que no tiene efectos secundarios y genera adherencia al tratamiento: los ejercicios. Será nuestro mayor aliado a la hora de realizar un buen abordaje del tratamiento músculo-esquelético. En menos o mayor medida, todas las personas se van a llevar a casa unos pequeños deberes, para ir mejorando su movilidad, aumentar su calidad muscular y por lo tanto disminuir sus molestias físicas. 

9.- Terapia Manual basada en la evidencia. Somos terapeutas, tratamos a las personas con medios físicos, pero deben estar avaladas por la comunidad científica. No vale el a mi este tratamiento x me funciona, debe ser un tratamiento que nos respalde y del que sepamos que vamos a obtener unos determinados resultados. 

10.- Tratamiento conservador antes que cirugía. Antes que pasar por un quirófano debemos intentar abordar el problema desde un punto de vista conservador. Huyendo de los riesgos que tiene una entrada en quirófano y sobre todo que en muchos estudios, se ha comprobado que a medio y largo plazo el tratamiento conservador tiene mayores efectos que el tratamiento quirúrgico. Esto tiene como premisa la voluntad del paciente de dar tiempo y asumir su parte de responsabilidad en un tratamiento que puede llegar a durar seis, nueve o doce meses.

11.- Reincorporar al trabajo y al ocio. Somos personales vitales, nos interesa volver a tener una vida social. Ya sea la vuelta al trabajo o a nuestra actividad de ocio. Poco a poco debemos volver a recuperar nuestros hábitos de vida previos a la aparición del dolor.

Los protocolos y los pasos a seguir marcaran el éxito al final del camino.

Seguir un plan nos va a ayudar a tener seguridad a la hora de nuestra toma de decisiones. Iremos caminando por una senda segura y no por arenas movedizas. Puede parecer que no hace falta seguir un protocolo con tantos pasos, pero nos ayudará a no dejar cabos sueltos que nos dificulten la recuperación y el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas que acuden a las consultas de fisioterapia. 

Como siempre os diré, cuando me despida de vosotros,
¡Salud y Vida! 

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