Escalas de valoración en fisioterapia.

“ La importancia de tener puntos de referencia y valores sobre los que contrastar la información obtenida, hace más científica la fisioterapia” Profesor Anónimo de Fisioterapia.

En la mayoría de las ciencias y en realidad de casi la mayoría de propuestas de la vida siempre hay una escala para medir las cosas. Tenemos escalas de temperatura para medir qué mes de julio ha sido el más caluroso de los últimos años. Tenemos escalas de medición del Ph para determinar si una piscina es apta o no para el baño. Nos encontramos también con escalas numéricas para medir la velocidad, escalas de blancos, negros y grises, escalas para determinar el sonido que realiza un elemento al chocar con otro, escalas para medir la cantidad de gases que emite un coche.

Pues en la fisioterapia también debemos utilizar escalas para cuantificar los diferentes problemas de las personas que acuden a nuestra consulta y así poder tener unos valores más o menos objetivos de lo que le ocurre a esa persona.

Debemos medir numerosas variables en el proceso de la enfermedad.

Estamos muy acostumbrados a pasar por diferentes test, en los que las preguntas han de contestarse en base a una escala. Y en la fisioterapia cada vez es más frecuente que durante la fase de anamnesis utilicemos diferentes escalas de valoración para cuantificar y ponderar el problema de nuestro paciente.

En muchas entradas del blog hemos hablado del afrontamiento bio-psico-social de la persona cuando acuden a  nuestras consultas. Pues bien, estas escalas de valoración nos van a permitir obtener mucha información objetiva del problema de la persona en esos tres marcos de actuación.

En la entrada de hoy en el blog, vamos a hablar sobre las escalas de valoración del daño biológico, el apartado psico-social lo vamos a dejar para más adelante.

Estas escalas de valoración nos van a dar una idea mayor del impacto físico que supone en la persona la patología por la que nos visita, nos va a ayudar a completar el proceso de razonamiento clínico de una manera más formada, nos va a permitir tener unos puntos de referencia a la hora de seguir el proceso evolutivo de la lesión, y además nos va a servir de ayuda para hablar el mismo idioma con otros compañeros de profesión a los que pueda acudir el paciente.

Estas escalas de valoración van desde las escalas más generales a las más específicas creadas para una región anatómica en concreto y nos arrojan datos a nivel muscular, articular, de rango de movimiento, afectación en la vida diaria, etc.

También cabe destacar que el tener unos datos más o menos objetivos, va a ayudar a la persona a comprobar su grado de evolución y puede ser un componente motivacional en las sesiones.

Vamos a ir viendo algunas de las escalas que podemos utilizar en nuestras sesiones clínicas:

Empezamos por una escala de rango de movimiento de los movimientos fisiológicos articulares. Para estas escala lo único que vamos a necesitar es un goniómetro, que es el aparato encargado de medir cuantos grados de movimiento podemos llevar a cabo en un movimiento determinado.

Por ejemplo en la articulación del hombro, vamos a medir los grados de flexión, extensión,  abducción, adducción y las rotaciones tanto externa como internas. Para realizar la medición se coloca al paciente en la posición anatómica de referencia o en caso de que no pueda ponerse en esa posición, en otra que si lo pueda hacer, pero debemos medir siempre utilizando esta posición inicial de referencia. Una vez el paciente está en esa posición, le pedimos que realice cualquier movimiento fisiológico, sin compensaciones y nosotros con el goniómetro medimos los grados de movimiento alcanzado.

Esta práctica se lleva a cabo con todos los movimientos fisiológicos que consigamos realizar con nuestro cuerpo.

Nos da un valor de referencia del movimiento que es capaz de realizar la persona por si misma.

Si queremos realizar una escala de valoración muscular, podemos utilizar la Escala de Valoración de Daniels. Con la cual vamos a utilizar una escala numérica del 0 al 5 donde 0 será ausencia de contracción voluntaria, y 5 será la capacidad de vencer una fuerza máxima.

Con esta escala, medimos de una manera más o menos objetiva, el grado de fuerza muscular. Para ello siempre se le pide al paciente un movimiento contra gravedad que realice un determinado músculo. Por ejemplo si queremos medir la fuerza del cuádriceps, vamos a sentar al paciente en la camilla con la rodilla en flexión de 90º y le vamos a pedir una extensión de rodilla.

Esta escala como hemos dicho va del 0 al 5. Si es capaz de vencer al movimiento contra la gravedad obtendrá un 3 en dicha escala. Si es capaz de vencer una resistencia sub-máxima obtendrá un 4 y como hemos dicho anteriormente el 5 será si vence una resistencia máxima.

Por el contrario si el paciente no es capaz de vencer la fuerza de la gravedad, tendremos que realizar el movimiento sin gravedad, en este caso de la extensión de rodilla para valorar la fuerza del cuádriceps, tumbaremos al paciente en la camilla decúbito lateral. Si es capaz de realizar el movimiento sin gravedad obtendrá un 2. Si por el contrario, solo encontramos vestigios de contracción, obtendrá un 1, y el 0 como dijimos anteriormente, será la ausencia total de contracción.

Debemos utilizar escalas para cuantificar y objetivar lo que consiguen realizar nuestros pacientes.

Hemos hablado de estas dos escalas de valoración, una a nivel articular y otra a nivel muscular. Son escalas muy generales, y en siguientes entradas del blog hablaremos sobre aquellas escalas para las regiones anatómicas específicas de nuestro cuerpo.

Pero lo que debemos tener claro es que las escalas nos aportan mucha información y muy valiosa, para cuantificar y objetivar el punto de partida de los pacientes, así como su evolución.

Como siempre os diré, cuando me despida de vosotros,

¡Salud y Vida! 

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