Fascitis plantar, tratamiento conservador y ejercicio terapéutico.

“Solamente es duradero lo que con la virtud se consigue”. Sófocles. En la anterior entrada del blog, os comentaba los mitos y realidades sobre el diagnóstico de la fascitis plantar. En esta entrada vamos a ir viendo de qué manera tratamos en Fisiolive una verdadera fascitis plantar.

Desde la terapia manual al ejercicio terapéutico para el correcto abordaje de la fascitis plantar.

Una vez que hemos realizado una correcta anamnesis, que le hemos preguntado por la localización del dolor, el tipo de dolor, la duración del proceso a la persona que viene a nuestra consulta, en Fisiolive empezamos a realizar la exploración tanto visual de cómo está el pie apoyado en el suelo y cómo responde el pie al aumento de la carga, como una palpación de las estructuras anatómicas que se ven afectadas en el proceso patológico que abordamos, comenzamos a programar el tratamiento que vamos a realizar.

Lo importante siempre en una primera consulta de fisioterapia es reducir la sintomatología con la que vienen a visitarnos. Para ello vamos a emplear la Terapia Manual, puesto que como ya hemos comentado en anteriores entradas del blog, con nuestras técnicas manuales vamos a influir en los mecanismos que actúan para controlar el dolor.

Dentro de estas técnicas, se nos abren un amplio abanico de posibilidades. Una vez que nosotros hayamos detectado cual es la causa principal que ha producido esta fascitis plantar, vamos a trabajar sobre ella para mejorarla. Tenemos la posibilidad de empezar a realizar movilizaciones pasivas accesorias sobre las articulaciones que conforman el arco longitudinal y el arco trasversal del pie. Las movilizaciones pasivas accesorias que vamos a realizar son unos movimientos intrínsecos entre articulaciones realizamos en un rango no doloroso aplicadas en series de dos minutos y van a ayudarnos a activar los mecanismos descendentes de modulación del dolor. Otra de las técnicas que solemos emplear con nuestros pacientes son las movilizaciones activas fisiológicas sumadas a un movimiento pasivo accesorio aplicado por el fisioterapeuta. Esta técnica se encuentra dentro de las movilizaciones propuestas por Mulligan. Tenemos dos maneras de aplicar esta técnica. Una se basa en tiempo de movilización y la otra se basa en repeticiones. La primera de ellas, consiste en realizar el movimiento fisiológico, por ejemplo dorso-flexión de tobillo, sumado al movimiento accesorio aplicado por el fisioterapeuta, posteriorización del astrágalo durante dos minutos, siempre y cuando no produzca dolor. Repetiríamos la serie 3 veces en total. La otra manera que tenemos de aplicar la técnica sería, realizar 3 series de 30 repeticiones del movimiento anteriormente descrito.

Pasamos ahora a describir las técnicas que podemos emplear para normalizar el tono muscular. Nuestro abordaje va a realizarse sobre la musculatura posterior de la pantorrilla y sobre la musculatura intrínseca del pie. Para ello podemos realizar punción seca sobre los punto gatillo activados, presión isquémica con movimiento fisiológico activo por parte del paciente y también estiramientos analíticos de los músculos que tengan un tono alterado.

Una vez que hemos empleado las técnicas de Terapia Manual para disminuir la sintomatología del paciente, vamos a emplear el Ejercicio Terapéutico. Ya hemos hablado de los múltiples beneficios del ejercicio para abordar numerosas patologías y en esta ocasión no iba a ser menos. En la fascitis plantar encontramos numerosos estudios que definen muy bien qué ejercicios emplear para disminuir los síntomas e ir adaptando el pie a la carga.

Os defino a continuación los tres ejercicios más utilizados. El primero de ellos, sirve para fortalecer la musculatura intrínseca del pie. El ejercicio consiste en ir arrugando una toalla con nuestros dedos del pie. Para ello vamos a apoyar el pie en el suelo, podemos estar sentados en una silla para disminuir la carga del ejercicio o bien estar de pie. Estando de pie podemos realizarlo con ambos pies en el suelo o realizarlo a la para coja, con el pie afectado apoyado sobre la toalla para incrementar de manera considerable la carga del ejercicio. Todo ello va a depender de la evolución de la patología y del momento de la rehabilitación en el que nos encontremos.

El segundo ejercicio que os propongo sirve para activar de manera específica el músculo tibial posterior, lo que va a producir una relajación de la musculatura posterior de la pantorrilla. Para ello vamos a apoyar todo nuestra planta del pie en el suelo, lo podemos realizar como hemos hecho el anterior ejercicio, primero sentado y luego pasamos a la bipedestación. El ejercicio consiste en aumentar de manera consciente el arco interno del pie. Es un movimiento que solemos tener poco controlado, por ello deberemos reeducar nuestro cerebro para conseguir realizarlo.

El tercer y último ejercicio consiste en trabajar de manera excéntrica el tríceps sural. Para ello, vamos a utilizar un pequeño escalón para apoyar el pie. El ejercicio consiste en ponerse de puntillas utilizando ambos pies y bajar acercando el talón al suelo en un movimiento controlado.

Debemos controlar primero la sintomatología y posteriormente adaptarnos a la carga.

Nuestro primer objetivo como fisioterapeutas será controlar la sintomatología de la persona que acude a nuestra consulta. Para posteriormente ir adaptando nuestro miembro inferior a la carga y reentrenar la musculatura específica que se ve alterada en esta patología.

Aquello que logramos mediante la inversión de esfuerzo y la puesta en juego de nuestras virtudes es mucho más duradero que aquello que nos llega por azar, sin ser producto del esfuerzo. Por ello emplear el Ejercicio Terapéutico nos va a dar resultados a largo plazo y nos va a hacer ser más autosuficientes. 

Como siempre os diré, cuando me despida de vosotros,
¡Salud y Vida! 
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