“La mejor y más eficiente farmacia está dentro de tu propio sistema.” Robert C. Peale. En muchas ocasiones en las sesiones de fisioterapia realizamos tratamientos basados en ejercicio terapéutico y en muchas otras ocasiones prescribimos ejercicios para continuar con la rehabilitación en el domicilio o en la vida diaria.
La prescripción de ejercicio terapéutico nos va a servir para mejorar nuestras patologías.
Cada vez es más habitual que en las sesiones de fisioterapia se pauten o se prescriban ejercicios para aliviar el dolor. En los últimos años el ejercicio físico ha supuesto un auge y ha entrado en la vida de muchas personas, no para querer transformarse en atletas, sino para mejorar nuestra condición física básica, es decir, nuestra salud.
En las consultas de fisioterapia se han ido añadiendo espacios para la practica de ejercicio, en este caso, terapéutico. Esta puntualización es necesaria, puesto que el ejercicio sin apellidos es competencia de los profesionales de la actividad física y el deporte, pero cuando tratamos con personas con una determinada afectación la competencia de pautar y prescribir ejercicio es de los fisioterapeutas.
Pero vamos al fondo de la cuestión: ¿sirven los ejercicios para tratar determinadas patologías? La respuesta es evidente, sí. El ejercicio debería ser el principal medio de sanción de los problemas físicos que sufrimos las personas. Como leíamos en la primera frase de esta entrada, la más potente farmacia, medicamento, medio de tratamiento es el propio cuerpo y su activación.
Como bien decía Kenet Cooper no dejamos de hacer ejercicio porque nos hagamos mayores, nos hacemos mayores porque dejamos de hacer ejercicio. Todos conocemos historias de personas octogenarias que son capaces de terminar pruebas deportivas muy exigentes como triatlones de larga distancias, ultra maratones, maratones, carreras por etapas en bicicletas, alpinistas y un largo etcétera de pruebas deportivas.
Por lo tanto si cuidamos al cuerpo y eso incluye hacer ejercicio, podemos prolongar su nivel de salud hasta que vayamos cumpliendo muchos años.
Por esta razón, desde la fisioterapia hace varias décadas se empezó a estudiar e investigar sobre cómo el ejercicio terapéutico puede ayudar a las personas a recuperarse de sus lesiones. Si bien es cierto que en los orígenes de la rehabilitación física, todos los tratamientos estaban orientados a recuperar el movimiento y la funcionalidad a través del movimiento.
Siempre hemos escuchado que a leer se aprende leyendo, que a tocar un instrumento se aprende tocando ese instrumento. Pues con el cuerpo humano pasa más o menos lo mismo: a superar los problemas físicos y el dolor corporal se superan con los ejercicios corporales.
Pero bien todo este enfoque tiene un respaldo científico. Como en alguna otra ocasión ya hemos visto en este blog, que el ejercicio terapéutico modula la experiencia dolorosa gracias a la influencia que tiene en los mecanismos neurofisiológicos que modulan dicha sensación.
Pero también vamos a explicar que la realización de determinados ejercicios con aplicación terapéutica tiene un efecto más sencillo de entender que todos esos mecanismos que se producen a nivel de nuestro sistema nervioso.
Cuando nosotros empezamos a tener un cierto tipo de dolor, da igual la región corporal del cuerpo que sea, lo sufrimos como consecuencia de una evaluación de nuestro sistema nervioso. El cual nos alerta de que puede existir un daño ya sea potencial o real en nuestro organismo. Pues bien, si nosotros al empezar a notar ese dolor, adoptamos una actitud de reposo, de inmovilización, vamos a darle al cerebro la información de que realmente nuestro organismo sufre ese daño y que debemos quedarnos quieto. Esto puede ser lógico, cuando sufrimos daños traumáticos como en el caso de las fracturas ósea o daños intraarticulares como pueden ser las lesiones ligamentarias en la rodilla. Pero también en estos casos, la movilización y el ejercicio terapéutico temprano nos van a facilitar la recuperación puesto que la vascularización de la zona va a aumentar, vamos a mantener el tono muscular, vamos a mantener el tropismo articular, el retorno venoso, el sistema linfático activo y una buena lista de procesos beneficiosos para nuestro organismo.
Pero vamos a poner el ejemplo de ese daño muscular que viene producido por una ¨mala postura” un gesto que no estamos acostumbrados, cargar un peso excesivo, etc. Nuestro cerebro va a ser el encargado de dar la señal de alarma de que algo no va bien o si lo seguimos haciendo vamos a hacernos daño. En este caso el ejercicio terapéutico nos va a ayudar de dos maneras: la primera de ellas, mandándole la información a nuestro organismo que el movimiento no es malo, que puede bajar su señal de alarma y que está todo bajo control. En segundo caso, nos va a permitir adaptar nuestras estructuras corporales, no solo al músculo para realizar la acción que nos está provocando que se active esa señal de alarma que es el dolor.
El ejercicio terapéutico es bueno para mejorar nuestro dolor.
Por lo tanto cuando nuestro organismo activa esa señal de alarma, lo mejor es ir a apagarla. Una de las herramientas más potentes que tenemos es la realización de ejercicio terapéutico que va a ser útil para decirle al sistema que todo está bajo control y sobre todo para desencadenar todas las reacciones fisiológicas que van a hacer que la experiencia de dolor se module.