«La experiencia corrige al hombre todos los días.» Johann Wolfgang Goethe. En la entrada anterior del blog hacía una revisión sobre la lesión e intervención quirúrgica del ligamento cruzado anterior. Veíamos también la que denominé fase 0 de la rehabilitación; en la cual hacíamos un trabajo previo a la operación que nos supondrá llegar a la fase I con mucho camino recorrido.
La fisioterapia en la rehabilitación del ligamento cruzado anterior.
En esta nueva entra del blog vamos a detallar las diferentes fases y los pasos a seguir para realizar una correcta rehabilitación de la lesión del ligamento cruzado anterior. Desde la fisioterapia vamos a intervenir desde el primer momento en el proceso de recuperación. Como ya vimos en la anterior entrada, los días previos a la operación hemos tenido que realizar ya un pequeño trabajo. Sé como fisioterapeuta tras haber mantenido muchas conversaciones con personas afectadas por esta lesión que esos días previos se está para poco trabajo, pocas ganas de grabarnos haciendo ejercicios específicos e incluso de memorizar los movimientos de la rodilla en nuestra cabeza. Pero realmente merece la pena hacerlo, y una vez que se llega a la primera fase del proceso de rehabilitación se agradece el trabajo realizado previamente.
¿En qué momento vamos a empezar a hacer trabajos para recuperar la función normal de la rodilla operada? Desde el mismo momento en el que nos hayamos despertado de la anestesia y estemos un poco recuperados de la intervención. Sabemos que esas primeras horas tras la intervención nos encontramos molestos, los puntos nos pueden tirar, el edema de la operación puede ser grande y nos dificulta incluso ponernos en una postura de sedestación larga (las piernas estiradas con la espalda en vertical). Pero es fundamental que tras ese periodo de shock postquirúrgico empecemos nuestra rehabilitación.
La primera fase va a ser poco intervencionista. La persona operada va a comenzar a ver los videos que se grabó los días previos a la intervención, va a empezar a imaginarse los movimientos que la rodilla realiza. También podemos cerrar los ojos y vernos mentalmente realizando ejercicios de gimnasio como sentadillas, zancadas, empujes de cadera y porqué no también gestos técnicos de nuestro deporte.
Una vez superada esta fase hospitalaria que durará pocos días, en el domicilio vamos a empezar a realizar trabajos de movilización de la rótula a nivel craneo-caudal, es decir, hacia arriba y hacia abajo. Siempre que la inflamación nos lo permita y no sea dolorosos. También empezaremos a realizar un estiramiento analítico de nuestro tendón cuadricipital en su inserción a nivel de la tibia. Para ellos vamos a realizar una pequeña tracción en dirección ascendente a nivel supra-patelar (por encima de la rótula) y con dos dedos realizaremos un deslizamiento descendente sobre el tendón a nivel de la tibia. Realizaremos 8-10 pases y lo repetiremos en 3-4 ocasiones.
También durante esta primera fase, sería necesario que la inflamación que puede haber vaya bajando, aplicaremos hielo de manera indirecta sobre la rodilla tanto a nivel anterior como posterior en periodos de 8-10 minutos. Todo el proceso de imaginar y visualizar movimientos de nuestra rodilla que hemos hecho en el hospital nos va a ayudar a que la inflamación no prolifere. Le estamos dando una información a nivel cortical de que nuestra rodilla puede moverse y está sana. Como ya hemos comentado en otros post, el poder del cerebro es maravilloso.
La segunda fase comenzará cuando el equipo médico haya comprobado que la cirugía ha salido bien. Que la cicatriz no está infectada y que el nuevo ligamento está empezando a consolidarse. Desde la fisioterapia vamos a empezar a trabajar de manera manual, realizando pequeños movimientos accesorios sobre nuestra rodilla. Siempre de forma no dolorosa y progresivamente. Si al cuerpo le trabajamos con cariño no va a responder de manera negativa contra el tratamiento. Por el contrario, si empezamos a forzar la movilidad analítica de la rodilla y generamos dolor, el cuerpo lo interpretará de forma negativa y generará más adherencias internas lo que nos retrasará todo el proceso de rehabilitación. Estos movimientos se pueden hacer de manera totalmente pasiva por parte del fisio o bien si la recuperación va por buen camino, podremos emplear ya las técnicas de Mulligan; que son una combinación de movimientos, el fisio realizará una movilización pasiva accesoria sobre la articulación mientras que la persona realiza el movimiento activo que le solicitemos. Sabemos por la experiencia adquirida, que los movimientos que más le gustan a la rodilla son la rotación externa de la tibia de manera activa sumada a una tracción realizada desde el fémur.
La tercera fase empezará cuando la persona pueda apoyar la rodilla en el suelo y realizar carga parcial o total. Nuestra función como fisioterapeutas será otorgar a la rodilla la capacidad de mantenerse apoyada sin dolor. Para ello vamos a empezar a realizar carga progresiva y nuestras técnicas de Terapia Manual van a realizarse con la rodilla soportando cierto peso corporal. Todo nuestro tren inferior es aconsejable trabajarlo en apoyo, pues es su verdadera función. Para ello se pueden aprovechar diferentes estrategias para que no sea una carga completa desde el primer momento, como puede ser subir la pierna a un taburete y realizar desde esa posición las técnicas que hemos comentado anteriormente.
A medida que vamos avanzando en las diferentes fases de rehabilitación vamos a ir introduciendo diferentes ejercicios para empezar a trabajar la funcionalidad y movilidad de la rodilla. Son técnicas que se complementan a la perfección y no por estar haciendo trabajos en la camilla vamos a dejar el ejercicio de lado.
A medida que la persona va avanzando en el proceso de rehabilitación, iremos realizando tareas más complejas, sumaremos variantes a los ejercicios, añadiremos diferentes en diferentes planos de movimiento, diferentes direcciones de movimiento y diferentes velocidades de ejecución.
La rehabilitación del ligamento cruzado anterior es un proceso complejo y que debe realizarse sin prisa por volver a la competición.
Como hemos ido viendo, el proceso de rehabilitación es complejo, se deben ir sumando muchos factores para la recuperación completa. Deberemos darle mucho cariño a la rodilla y a la persona que ha sido intervenida. No debemos saltarnos pasos, ni debemos querer avanzar más de lo que nuestro cuerpo nos permite.