“Siento que la vida es el momento./Que no tengo mucho tiempo./Que aun me queda por hacer. (…) El tiempo va corriendo y a su paso convirtiendo./El presente en algo que ya paso.” Pau Dones. Muchas veces pensamos que nuestra postura tiene una estrecha relación con nuestros dolores, sobre todo los que se refieren a la columna vertebral.
¿Podríamos definir cual es la mejor postura para no padecer dolor?
En repetidas ocasiones cuando al realizar la historia clínica a las personas que acuden a la consulta, al preguntarles sobre cual creen que es el origen de su problema, muchos de ellos contestan que las posturas mantenidas en el trabajo.
En la actualidad muchos de nuestros trabajamos requieren de pasar horas y horas sentados delante de una pantalla, conduciendo un coche de aquí para allá o en largas reuniones y conferencias que nos hacen tener el culo quieto durante mucho tiempo.
Si bien esto es un problema en sí, el sedentarismo en la sociedad del siglo XXI, las posturas mantenidas durante mucho tiempo no solucionan nuestros dolores, es más ayudan a incrementarlo.
Pero la cuestión no es la postura que adoptamos cuando estamos sentados. No existe evidencia de que exista ninguna postura que sea mejor que otra. Ni existe evidencia tampoco que las sillas o butacas ergonómicas favorezcan tener menos dolor de espalda.
Los fisioterapeutas solemos decir que la mejor postura es la que menos tiempo dura. Sabemos también que si estamos trabajando de cara al público por ejemplo no vamos a poder estar en continuo movimiento en nuestra silla de trabajo. Pero si que es verdad, que todos podemos hacer pequeños cambios de posición cada 15 minutos aproximadamente o bien podemos cambiar de postura completamente en un tiempo más prolongado.
¿Por qué decimos que la mejor postura es la que menos tiempo dura? La respuesta es bastante sencilla, el cuerpo humano es un maquina diseñada para estar en movimiento. Nuestros antepasados, no muy lejanos, tenían trabajos menos sedentarios y sobre todo tomaban actitudes menos pasivas en su día a día. Sabemos que dos o tres generaciones anteriores a las nuestras, padecían menos dolores de espalda de origen idiopático.
Si desplazamos nuestra visión a los orígenes del Hommo Sapiens comprobamos como todas las supuestas comodidades actuales para desarrollar nuestro modo de vida no existían.
No vamos a decir nosotros desde aquí que estemos en contra de la evolución humana, puesto que nos ha supuesto grandes avances en nuestra forma de vivir, de relacionarlos y de interaccionar con la sociedad. Pero si que es cierto que deberíamos darnos cuenta que nuestro estilo de vida sedentario, falto de actividad física regular, lo que se traduce en bajo tono muscular, un desgaste articular más avanzado y una inflamación crónica de bajo grado a nivel interno, hacen que estemos más predispuestos a sufrir patologías que antes no acusábamos con tanta frecuencia.
Pero si volvemos a buscar información sobre si nuestra “mala” postura es la culpable de nuestros dolores de espalda, encontramos poca evidencia al respecto. En numerosos estudios se analizan varias posturas en sedestación y se analizan las cargas que soportan las vértebras lumbares y cervicales. Y no hay diferencias estadísticamente significativas en adoptar una postura “buena” con la espalda recta apoyada sobre el respaldo, la cabeza mirando al frente, como se nos suele recomendar, con posturas derrumbadas o lateralizadas como se ha llegado a estudiar.
En dichos estudios, tampoco se comprueba que la actividad de la musculatura espinal sufra un mayor nivel de activación respecto a una postura y a otra.
Por lo tanto no va a ser determinante la postura que adoptemos a la hora de trabajar. Podemos tener la mejor postura que nos venden en los libros o revistas de “salud” que si no la cambiamos cada cierto tiempo, nuestra musculatura y nuestras articulaciones no va a estar preparada para soportarla durante muchos minutos.
Esto es una cuestión de fisiología: Si un organismo no está lo suficientemente capacitado para adoptar una posición o un movimiento va a originar un cuadro doloroso, puesto que intenta llamar la atención para que la persona se ponga las pilas y empiece a realizar adaptaciones al respecto.
El dolor de espalda lo determina más el no cambiar de posición que la posición en sí misma.
Podríamos concluir el post de esta manera: el dolor de espalda que sufrimos en numerosas ocasiones a lo largo de nuestra vida viene determinado más por no cambiar de posición en cortos periodos de tiempo y por tener un organismo ineficiente para soportar las cargas a las que le estamos sometiendo que por adoptar una determinada posición a la hora de sentarnos frente al ordenador en el trabajo o en el sillón de casa cuando pasamos horas y horas delante de la televisión.
Por lo tanto mi recomendación sería: que primero tuviéramos un cuerpo fortalecido y capacitado para soportar las cargas, cosa que vamos a conseguir realizando actividad física de manera regular. Y en segundo lugar, cambiando de posición varias veces a la hora y si tenemos oportunidad levantarnos y sentarnos de vez en cuando en nuestro puesto de trabajo. Si no es posible pues intentar adoptar diferentes posiciones en nuestras sillas, para que el organismo trabaje de manera diferente en cada ocasión.